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Masaje antiestrés

Masaje antiestrés

of: Sabrina Bevilacqua, Silvia Pareschi

De Vecchi Ediciones, 2018

ISBN: 9781644615027 , 124 Pages

Format: ePUB

Copy protection: DRM

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Price: 4,49 EUR



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Masaje antiestrés


 

CUESTIONES GENERALES


LOS ORÍGENES DEL MASAJE

El arte del masaje es tan antiguo como la vida misma. El masaje es el medio más antiguo, natural e instintivo de regenerar el cuerpo y la mente. El masaje se ha practicado, junto con la fitoterapia, en todos los países y todas las culturas, adaptado a las diferentes concepciones del cuerpo y su funcionamiento. La idea según la cual la salud depende del equilibrio entre los elementos vitales es común a la medicina china, a la ayurvédica y a la inglesa hasta el siglo XVII. Los hindúes, los persas y los egipcios también lo consideraban terapéutico, y lo utilizaban para aliviar la tensión.

En el campo de la terapia manual, es decir, «de contacto», los japoneses desarrollaron el shiatsu, una técnica de reequilibrio energético que funciona con presiones en determinados puntos del cuerpo situados en unas líneas energéticas denominadas «meridianos». El objetivo del shiatsu es reactivar los meridianos bloqueados y reforzar los que están debilitados, para lograr el reequilibrio del flujo energético corporal, que es una condición necesaria para conservar la salud. El origen de esta técnica es muy antiguo, y representa una síntesis entre la medicina popular y la teoría médica clásica oriental, que se remonta, al igual que la acupuntura, a 4.000 años atrás.

El masaje zonal data de este mismo periodo. Este tipo de masaje establece diez «zonas de energía», que terminan formando los puntos de reflejo en las manos y en los pies, que pueden ser estimulados mediante presiones.

Los médicos griegos y romanos consideraban el masaje como una de las principales formas de tratar el dolor y cuidar el cuerpo. En Roma era muy apreciada la técnica de la percusión, que se llevaba a cabo con unas paletas de madera de forma parecida a las palas de tenis de mesa.

A principios del siglo V a. de C., Hipócrates, padre de la medicina occidental, escribió: «Los masajes son una de las muchas cosas que un médico debe saber hacer». Y, después de haber estudiado los efectos en los pacientes, dedujo que «todos los médicos deberían incluir el masaje en sus prácticas curativas como método para potenciar la salud y favorecer la longevidad». Hipócrates también descubrió que si daba un masaje a un paciente con movimientos fluidos en dirección al corazón, este se relajaba y sus hinchazones disminuían. En sus textos recomendaba el uso de presiones y fricciones para problemas relacionados con los músculos, los huesos y la circulación, muy frecuentes durante el embarazo.

Plinio, el famoso naturalista romano, recibía masajes para aliviar el asma, al igual que Julio César, este para aliviar la neuralgia y el dolor de cabeza. En Europa, la práctica del masaje descendió durante la Edad Media a causa del desprecio por los placeres corporales que imponía la Iglesia. En efecto, tratándose de una actividad basada en el contacto físico entre dos cuerpos, de una experiencia que utiliza el tacto como vehículo sensorial, no podía ser aceptada en un contexto social en el que el cuerpo, la desnudez, la capacidad sensorial e incluso el contacto físico se consideraban pecaminosos y, por consiguiente, estaban prohibidos. La influencia de estos tabúes ha llegado hasta nuestros días y se refleja en los contactos personales y sociales, a través del temor a tocar y ser tocado. Los beneficios del masaje se redescubrieron a partir del siglo XVI. El masaje tradicional occidental se desarrolló en una forma similar a lo que hoy llamamos «masaje sueco». La denominación «sueco» no se refiere a un método específico, sino que hace referencia al hecho de que las escuelas suecas eran centros de desarrollo y aplicación de las técnicas de masaje deportivo y terapéutico.

Precisamente en Suecia, en Estocolmo, se instituyó en 1813 la primera facultad universitaria que incluía en el plan de estudios un curso de masaje.

Más tarde, el estudioso inglés James B. Mannel sistematizó las técnicas de masaje conocidas hasta entonces y las aplicó al tratamiento de numerosas enfermedades, favoreciendo así su difusión en el ámbito médico estadounidense e inglés. El masaje se volvió a imponer después de la primera guerra mundial, por sus efectos de regeneración muscular y por su capacidad de calmar las mentes traumatizadas por el conflicto.

Sin embargo, el verdadero redescubrimiento del masaje en su concepción integral (física, psicológica y emocional) partió de Esalen, California, donde las psicoterapias corporales experimentaron una gran difusión durante los años sesenta. En aquel contexto se desarrollaron nuevas e importantes técnicas de manipulación global (holística) cuyo origen era, en su mayor parte, el concepto de la unidad biopsíquica y espiritual del individuo, según las intuiciones y las investigaciones de Wilhelm Reich, el principal representante de este ámbito.

En todas las culturas y en todas las épocas, el masaje siempre se ha utilizado durante el embarazo y para ayudar a lo largo del parto. También se ha considerado muy útil durante el periodo del puerperio y como «lenguaje» entre madre e hijo.

DOLOR DE CABEZA Y ESTRÉS

LOS TIPOS DE DOLOR DE CABEZA

El dolor de cabeza es una experiencia por la que casi todos hemos pasado. Sobre un 14 % de la población mundial padece dolor de cabeza en grado más o menos crónico. Incide en ambos sexos y en todas las edades, aunque la frecuencia mayor se registra en las mujeres de 25 a 50 años. El 90 % de las cefaleas está provocado por:

 contracción de los músculos de los hombros y del cuello (molestias pasajeras);

 alimentación excesiva;

 mala posición de la columna vertebral (molestias crónicas).

En primer lugar conviene descartar la posibilidad de que la cefalea forme parte de la patología de una enfermedad, es decir, que se trate de una cefalea secundaria, que puede aparecer en casos de presión alta o de anemia, por citar los más frecuentes. Para ello habrá que visitar al médico y efectuar las pruebas que este considere oportunas. A continuación, se iniciará la búsqueda de las causas y del remedio más apropiado.

Si los episodios de cefalea se producen a intervalos de varios meses y con un dolor tan intenso que imposibilita cualquier tipo de actividad, es indispensable consultar a un especialista.

Los dolores de cabeza se suelen agrupar en tres categorías:

 cefaleas vasculares (migrañas);

 cefaleas en racimo;

 cefaleas por tensión muscular.

CEFALEA VASCULAR (MIGRAÑA)

Es el dolor de cabeza más frecuente. Provoca un dolor pulsante que afecta a la mitad del cráneo (de ahí la palabra hemicránea, de la que deriva migraña) y que aumenta con el esfuerzo físico. La aparición del dolor está provocada por una vasoconstricción, que estimula la emisión de sustancias vasoactivas y dolorosas, seguida de una vasodilatación de las venas del cráneo —concretamente de las que se encuentran en la membrana que envuelve el cerebro— que provoca una irritación nerviosa. En este mecanismo juega un papel fundamental la serotonina, un neurotransmisor.

Durante la crisis, que puede durar de unas horas a todo un día, la persona tiende a aislarse, porque la luz y los ruidos agudizan el dolor. Otros síntomas concomitantes pueden ser náusea, vómito, diarrea, micción excesiva. En muchos casos la migraña está precedida de problemas neurológicos, como la denominada «aura» (problemas visuales: centelleos, puntitos luminosos, zonas de sombra), o bien hormigueo en una pierna o un brazo.

CEFALEA EN RACIMO

Se llama así porque las crisis suelen producirse de forma agrupada, con largos intervalos de calma. Es el tipo más doloroso, porque afecta a los grupos de nervios del trigémino, que se irritan debido a la vasodilatación. El dolor es unilateral, como en la migraña, pero casi siempre está localizado en el mismo lado de la cabeza y en torno a un ojo. Por lo general, los episodios duran entre una y dos horas, pero tienden a repetirse al cabo de poco tiempo, causando en la persona afectada un estado de agitación y agresividad provocado por el deseo de encontrar una forma de aliviar el dolor. Otros síntomas relacionados, además de los típicos de la migraña son: nariz tapada, rinorrea, lagrimeo, enrojecimiento facial u ocular.

CEFALEA POR TENSIÓN MUSCULAR

Es el clásico dolor de cabeza causado por el estrés, también llamado «dolor de cabeza de los lunes». Se presenta en forma de dolor continuo que comprime la cabeza y se irradia a los músculos del cuello. La causa es la contracción continua e involuntaria de los músculos craneales y cervicales, inducida a su vez por mecanismos físicos o mentales. A veces dura en baja intensidad todo el día, y aumenta con el esfuerzo físico o en condiciones de tensión y cansancio. El dolor es sordo y penetrante, aunque no hasta el punto de impedir que el individuo afectado lleve a cabo una vida normal, como ocurre en el caso de la migraña.

Obviamente esta es una visión esquematizada de los diferentes tipos de cefalea. Debemos saber, sin embargo, que los casos reales son tan variados que resulta difícil establecer una clasificación rígida. También hay cefaleas mixtas, por ejemplo, por tensión muscular con migrañas, o también cefaleas en racimo con migrañas, etc.

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