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El tiempo de las mujeres - Crónicas asiáticas

of: Ángeles Espinosa

La Línea Del Horizonte Ediciones, 2018

ISBN: 9788415958895 , 320 Pages

Format: ePUB

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Price: 11,99 EUR



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El tiempo de las mujeres - Crónicas asiáticas


 

Las últimas décadas han sido testigo de importantes transformaciones en la región de Oriente Medio y África del Norte (mena); desde guerras y ocupaciones a revoluciones y represiones. De hecho, estos años han repercutido seriamente en la situación y las reivindicaciones de las mujeres en todo el área y, a pesar de que los retos son grandes, los logros también han sido considerables. Al mismo tiempo, estos años han sido testigo de la aparición de movimientos feministas y de una sociedad civil de mujeres fuerte, bien enraizada a nivel local y nacional, y conectada regional e internacionalmente. Estos movimientos han tenido éxito al infundir discursos nacionales con sus demandas y realizar avances constantes hacia la igualdad, los derechos, la paz y la participación. Los desafíos a los que se enfrentan las mujeres son enormes. Aunque las demandas y la condición de las mujeres varían mucho de un país a otro, han despuntado algunas tendencias en los últimos tiempos.

Revolución, conflicto y aumento del extremismo

Tras décadas viviendo bajo una dictadura opresiva, el mundo árabe se alzó para pedir mejores gobiernos, libertad y derechos humanos. La revolución tunecina de 2011 fue el catalizador de otros levantamientos en la región mena, incluyendo Egipto, Libia, Siria y Yemen. Mientras que la revolución tunecina se vio como una exitosa transformación hacia un sistema de gobierno más democrático y responsable, con garantías de derechos humanos, especialmente para las mujeres, en el resto de la región las revueltas no tuvieron tan buenos resultados. Los dieciocho días de protestas en Egipto acabaron con la elección de un gobierno islamista que intentó revertir muchas de las conquistas conseguidas por las mujeres en nombre de la religión, siendo luego derrocado por las fuerzas militares. El posterior aumento de poder del general Al Sisi marcó el comienzo de un período de mayor represión, graves violaciones de los derechos humanos y presiones sobre la sociedad civil, incluyendo coerciones sin precedentes sobre organizaciones de mujeres y activistas de la sociedad civil, arrestos, prohibiciones de viajar y cierre de asociaciones. Las revueltas en Libia y Siria dieron lugar a un conflicto interminable. La presencia de jóvenes en las calles exigiendo libertad, pan y una mejor gobernanza cedió rápidamente paso a ataques terroristas y a una mayor presencia de extremistas. Los estados frágiles y en quiebra eran terrenos fértiles para el crecimiento de grupos como isis, que aterrorizaban a poblaciones enteras en toda la región, cosa que las mujeres sufrieron especialmente, dada su subordinación a la ideología de estos movimientos.

Aunque el mundo centró su atención en el desarrollo de la región mena, especialmente desde el auge de grupos extremistas en 2011 y 2012, la guerra y la destrucción no eran algo nuevo en la zona. En realidad, la región no es ajena al conflicto, pero la guerra y la posterior invasión de Irak por parte de Estados Unidos y las fuerzas aliadas en 2003 tuvo un impacto particularmente devastador en toda la región. Irak ya se había visto seriamente afectado por sanciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (1990-2003). La guerra y la ocupación sirvieron para desestabilizar aún más el país desencadenando un conflicto interno y el ascenso final de isis. Las mujeres sufrieron especialmente las consecuencias de la guerra y la ocupación en Irak. Según una encuesta de Reuters en 2013, una década después del inicio de la guerra, Irak, el país que una vez fue líder en términos de derechos de las mujeres en la región, era más «peligroso para las mujeres que bajo el régimen de Sadam Husein […] con mujeres desproporcionadamente afectadas por la violencia que ha arruinado la vida de casi todos los iraquíes1». Los desplazamientos, la falta de seguridad, el aumento de la violencia sexual y de género contra las mujeres, la reducción de la edad para contraer matrimonio, el aumento de la prostitución, una mayor pobreza, la brusca disminución de los niveles de educación entre las mujeres, la falta de acceso a la atención médica, la pérdida de derechos legales o el deterioro de la situación económica son algunas de las consecuencias negativas de la guerra de Irak. Las mujeres de países como Libia y Siria están experimentando ahora una evolución negativa similar.

Dado el impacto devastador del conflicto, la situación en la zona parece desalentadora y el futuro, a menudo, sin esperanza; excepto cuando una toma nota de cómo los ciudadanos, y especialmente las mujeres, se han levantado para encarar la multitud de problemas de sus países. Donde hay destrucción, las mujeres están construyendo y creando. Donde hay conflicto, trabajan por la paz. Donde hay desilusión y desesperanza, están involucrando valientemente a las comunidades y propagando optimismo. Estas son mujeres corrientes realizando un trabajo extraordinario en circunstancias a menudo insoportables, y pueden encontrarse en toda la región, en zonas de conflicto, en contextos donde es peligroso y difícil ser mujer y en lugares donde quienes defienden los derechos de las féminas se enfrentan a amenazas y ponen en peligro sus vidas. Mujeres como Hanna Edwar, fundadora de Al-Amal, una organización que ha estado trabajando por la paz y los derechos de las mujeres en Irak durante más de dos décadas. Mujeres como Fatima Al-Firdaws, que ha puesto en marcha una organización para hacer partícipes a los jóvenes, educándolos sobre la paz con el objetivo de evitar que se unan a milicias. Grupos como Mobaderoon, formado por una red de más de cinco mil personas dentro de Siria que, desde diferentes perspectivas políticas, trabajan conjuntamente para construir la paz, promover la coexistencia y reconstruir una Siria asolada por la guerra. O grupos como la Organización Afgana de Mujeres para la Igualdad en el corazón de Afganistán, que trabaja con hombres jóvenes para educarles en la paz y la no violencia, alentándolos a reprobar las agresiones sectarias y a apoyar los derechos de las mujeres en sus comunidades locales.

Participación política de las Mujeres

En las últimas décadas, ha aumentado la demanda de participación y representación política de las mujeres en los órganos de toma de decisiones en la mayor parte de la región mena. En línea con la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la paz y la seguridad de las mujeres, adoptada en el año 2000, las mujeres han exigido su incorporación en los procesos de toma de decisiones diseñados para prevenir y resolver conflictos, incluyendo las negociaciones de paz. Así, las mujeres de esta zona del mundo han pedido que se les dé un lugar en la mesa de la ONU que lidera las negociaciones de paz en Afganistán, Libia, Yemen y Siria.

Sin embargo, la demanda de inclusión en los procesos de toma de decisiones no se limita a los esfuerzos de consolidación de la paz. Han exigido una mayor presencia e inclusión en las estructuras de gobierno y toma de decisiones en toda la región y, aunque su número sigue siendo bajo en estos puestos, han tenido cierto éxito. Si bien el establecimiento de cuotas ha hecho aumentar su presencia en los parlamentos de países como Irak y Afganistán, esto no se ha traducido automáticamente en cambios legales y sociales favorables para las féminas. De hecho, no todos los elegidos y nombrados para ocupar cargos de poder han demostrado ser verdaderos defensores de los derechos de las mujeres, y muchos no aportan una perspectiva de género en apoyo a la igualdad de las mujeres en su trabajo.

En la región continúa el debate sobre si el aumento de la representación femenina en las funciones decisorias tendrá un impacto positivo en la situación de las mujeres, o si lo que importa es la calidad de esta representación. Lo cierto es que, a nivel mundial, los países con movimientos feministas más fuertes han experimentado efectos beneficiosos en el estatus de las mujeres. Y lo mismo ocurre en la región mena, donde una combinación de factores, como un mayor número de ellas en puestos de toma de decisiones —especialmente aquellos donde desempeñan un trabajo de compromiso con la igualdad de género y la defensa firme de derechos—, ha tenido una repercusión enorme en la vida de su población femenina.

Los movimientos feministas de la región han adoptado diferentes enfoques para trabajar con mujeres en los puestos de toma de decisiones. Por ejemplo, inmediatamente después de la revolución tunecina de 20112, las activistas iniciaron una petición para exigir, con éxito, que los partidos políticos tunecinos aceptaran un sistema de cuotas en el que el cincuenta por ciento de los candidatos presentados a las elecciones fueran mujeres. En Egipto, Nazra for Feminist Studies, una importante ONG feminista, prepara a las mujeres —especialmente a las más jóvenes— para postularse como parlamentarias. Después de la revolución egipcia, los grupos de mujeres se reunieron en un Grupo de Trabajo3 para garantizar que la nueva Constitución incluyera disposiciones que garantizaran los derechos de las mujeres. El primer comité de redacción constitucional (2012), bajo la presidencia de Morsi, que incluía principalmente a islamistas, no respondió a las demandas del movimiento feminista y adoptó una constitución poco amigable con las mujeres. El segundo comité de redacción constitucional (2013) incluyó a cinco entre sus cincuenta miembros. Cuatro de ellas tenían una trayectoria de trabajo en el movimiento de mujeres y contribuyeron a garantizar que la constitución incluyera elementos para defender sus derechos, como un artículo sobre...