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GUASAAPP

of: Miguel Mendaza

Editorial Bubok Publishing, 2017

ISBN: 9788468513850 , 112 Pages

Format: ePUB

Copy protection: DRM

Windows PC,Mac OSX geeignet für alle DRM-fähigen eReader Apple iPad, Android Tablet PC's Apple iPod touch, iPhone und Android Smartphones

Price: 2,99 EUR



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GUASAAPP


 

 

 

 

 

 

Bluipp. Sonido guasap del móvil de Javier.

—¡¡Alaaaa!!¿Pero qué…?....Jajajaja—exclama y ríe para sí mismo Javier. Mientras que con una mano está introduciendo las monedas para el café de máquina, la otra está con el móvil. Hay varios mensajes guasap sin abrir. Abre el último.

El café se va preparando. Javier se rasca la cabeza con la mano libre y se queda pasmado viendo un vídeo porno en el chat de los amigotes. Típico chat de tíos donde se vuelca todo tipo de cosas, pero los que predominan son los que llevan tetas, carretas, conejos, varas y venga a darle zas zas. Eso estaba viendo Javier. Y atontado que estaba. Se termina el café, reenvía el video a otro chat y más “jajajajas” por escribir. Ve la hora, pasa el jefe delante de él, y se mete el móvil al bolsillo. Tira el café a la papelera y se va a su mesa.

Javier es un tipo que cae muy bien en la oficina, pero que no se come un colín. Le ha tocado pagar muchas fantas en la vida. Y eso en el curro, se sabe. Pero es querido por todos. Aunque está un pelín salidete, y alguna compañera le ha cazado viendo en el ordenador más de una vez alguna página guarrilla. Con lo que es un asiduo a la zambomba nivel master pro. Vive con sus padres, los cuales ya no saben qué hacer para que se largue la criatura de casa, con casi 38 años que tiene. Están hasta los huevos. El típico que pasa, porque si quisiera, se iría. Le dicen que está atontado con el móvil. Y tienen toda la razón del mundo. Vive por y para él. Sólo en el trabajo se corta de verlo cada 3 minutos. Si va al bar, móvil. Si va a comprar el pan, móvil. Si va a ver al abuelo a la residencia, móvil. Y como no, si va a sentarse al váter, para allá que va con su móvil. Ni de coña se lo deja. En este último caso, excusado está. Claro está.

Son las 9.30 en punto y Javier se dispone a realizar unos balances de cuentas del último trimestre. Trabaja como contable administrativo en una agencia de publicidad. ¿La misma que en la que trabaja Merche? Sí, la misma.

Javier ya desde su mesa y con casi todo el mundo posicionado en sus respectivos puestos, observa como entra Merche en la ofi a toda prisa, el cómo deja su abrigo en el perchero, se quita su bufanda y se sienta. Lo observa todo. Y es que Merche para Javier, es su musa diaria. Le hace tilín y tolón. Desde hace bastante tiempo, por lo menos 2 años que está embobado con ella, la tiene presente en sus manubrios y no se atreve a decirle ni pío. Le acojona. Como el No lo tiene asegurado, pasa. Y cierto es que quien no arriesga no gana, pero es que Javier ha arriesgado, apostado y rezado muchas veces en la vida. Y nada. Aparte de que ya se ha columpiado en un par de cenas de empresas con dos compañeras, una cada año, consecutivas. Así que mejor quedarse tranquilito, a cumplir con el trabajo y a fichar el guasap en cuanto se puediese.

Han pasado diez minutos, son las 9.40 y ya echa el primer vistazo al móvil. 232 mensajes de “Cabestros”, 4 mensajes en “Futboleros”, 10 del chat familiar y uno de ¿Merche?

—Ay Dios— murmura para el cuello de su camisa.

Deja el móvil en la mesa. Y le entra un sudor frío. No abre ningún guasap. Ha sido tal el impacto, que hasta le ha entrado tartamudez mental. Sí, mental. Sus pensamientos se habían ralentizado y atascado al leer: 1 mensaje de “Merche”. Nunca le había escrito por privado.

“¿Y…y…y q…qué… mmm…mmee quu…?” ¿Y qué me querrá decir? Eso pensaba Javier. Que el pobre se ha llevado un shock y no procesa adecuadamente lo que le pasa por la cabeza.

Tembloroso e importándole tres cojones los balances comerciales, coge el móvil y suavemente le da al icono de la aplicación. Cierra el puño izquierdo, lo muerde, y por el rabillo del ojo, ve el teléfono. Pulsa para abrir mensaje. Y del nerviosismo pasa a la perplejidad. Se recompone, y así de primeras ve la foto de un hombre negro. Un negro con un gorro a cuadros. Solo la cara y la prenda. Se queda dos segundos pensando y pulsa sobre la imagen.

—¡Hostia puta!— grita Javier.

Toda la oficina se le queda mirando. No sabe que decir. Merche también lo está mirando. Lentamente se levanta, aprieta el culo, se lleva el móvil al bolsillo y a paso ligero se dirige al baño. El director sale de su despacho, se quita las gafas y observa toda la jugada.

Ya en la taza, con los pantalones y calzoncillos a la altura de los tobillos, da rienda suelta. Pobre. Inspira y expira varias veces. Saca el móvil de su bolsillo y ve otra vez la foto.

—¿Por qué coño me envía esto Merche?, ¿Qué me querrá decir?—dice Javier sentado en el váter, en la soledad del baño. Se descojona por un momento por lo que se le pasa por la cabeza y decide enviar la foto al chat de los amigotes.

La foto no tiene desperdicio: consiste en un hombre, de unos 30 años, raza negra, posiblemente subsahariano. Está desnudo, con una toalla color turquesa a los hombros, un gorrito a cuadros como para ir a pescar truchas, mano izquierda en su cintura y con la mano derecha se está sujetando una manguera de caballo de yo que sé cuántos centímetros. Tela.

Es comprensible la perplejidad de Javier. Que su musa le haya mandado al moreno del palitroque, así, de repente, por la mañana…pues hombre, se puede interpretar de muchas maneras. Y la que le ronda por la cabeza a Javier, le hace sonreír y mirar absorto a la puerta.

Pronto llegan los mensajes al chat “Cabestros”.

 

Adolfo Pueblo

Jajajajajaaj, si que has desayunao bien hoy no? mamonn

 

JAJAJAJAAJ VAISSSS A FLIIPARRRR CON LA HISTORIA!!!

 

Sergiuu

JAJAJAjaja no me digas más, ayer por fin ligaste!! Desde Senegal con amor!! Que hijoputa stas hecho jajajajajajajaja

 

Edu

Jajajajajajaajja mandingo xal nene

 

Mariano Marrano

Jajajajajajajajajajajjaja Ahora quien es el marrano javito?

 

Jajajajajaja sois una panda de gilipollas integrales. Me lo ha enviado Merche!!!! Es xa Flipar!!! Es que no me lo creo. Estoy en el curro y de repente veo mensaje de ésta, Lo abro y me encuentro al pollo este de esta guisa?? Jajajajajaja. Xa flipar. Obvio que algo hay o quiere decir

 

Pedrolo

No jodas! Esa es la de tu curro q estás colaoo no?

 

 

Pedrolo

Pues tio….estás tardando. Te lo digo yo q sé de esto

 

Mariano Marrano

Anda Pedro, no te tires el pisto. Flipao jajajajaj. Javito, yo creo q quiere tu pito jajaj d verdad. Si no d q

 

Joder, es que eso pienso yo. Foto de un negro, y ese trabuco….coño pues que quiere mambo!!

O no?

 

Mariano Marrano

Ya te digo tigre

 

Pedrolo

Si no lo piensas así estás tonto

 

Sergiuu

Oye mi amol, tu sabe la gasolina que yo lepalto. Dale mas gasolinaaa, a Melche le gusssta la gasoliina

 

JAJAJAJAJAJA pues gasolina tendrá!!!!

 

Javier lleva diez minutos en el baño y hace como tres que ya había depuesto la totalidad. Toca afrontar la vuelta con dignidad, salir al ruedo, dar una explicación y pedir disculpas por el sobresalto. Y es lo que hace. Pero se ve con confianza. Ese gran apoyo que ha recibido de los colegas, le ha provocado un subidón de estima.

—Bueno compis, siento el exabrupto de antes—el director está apoyado en el quicio de la puerta de su despacho, con los brazos y piernas cruzadas, escuchando a Javier—, pero es que he recibido una noticia fatídica.

Javier traga saliva y su nuez huesuda baja a la vez.

—Mi tía Enriqueta—prosigue—de Mendralejo de Arriba, ha fallecido. Ha sido un golpe muy duro para toda la familia.

El director arquea la ceja, resopla, da media vuelta y se mete al despacho. El resto de compañeros se acerca a Javier, le dan palmaditas en el hombro, todos con un “lo siento de veras” incluida también Merche.

Cuando Merche se acerca, le da un abrazo.

—Lo siento mucho Javi—le consuela.

—Anda tontorrona, que vaya susto que me has dado—le susurra al oído.

Merche se desprende rápidamente del abrazo.

—¿Se puede saber de qué coño me hablas?

Javier vuelve a tragar saliva. Esta vez, mayor volumen.

—Esto…eh,…déjalo Merche. Es igual.

Se dirige a su mesa de trabajo, y después del numerito montado con el consiguiente fichaje del director, más vale que se guardase el telefonito en el bolsillito, cerrase el piquito y estuviese quietecito. Por lo menos, hasta el mediodía.

Pero eso en Javier, iba a resultar imposible. Después de que sus colegas le hubiesen llamado “tigre”, su musa le enviase un doble mensaje...