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Breve historia de la guerra civil de los Estados Unidos

of: Montserrat Huguet

Nowtilus - Tombooktu, 2015

ISBN: 9788499676852 , 336 Pages

Format: ePUB

Copy protection: DRM

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Price: 8,99 EUR



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Breve historia de la guerra civil de los Estados Unidos


 

1


Secesión: un país, dos Estados


EXPANSIÓN Y DEMOCRACIA AMERICANA


La expansión más espectacular de la frontera americana precedió a la guerra civil en los años cuarenta, cuando la ruta de Santa Fe, Santa Fe Trail, enlazó Independence con la ruta española, Old Spanish Trail, que llegaba a Los Ángeles. Otras rutas complementaban la anterior, por ejemplo, entre Misuri y California, la Oxbow Route. La línea más larga seguida por los pioneros fue la que llevaba de Oregón al oeste, a través de más de dos mil millas de pradera salvaje, desiertos y montañas. Se calcula que más de trescientos mil pioneros habrían seguido esta vía hacia occidente asentándose y obteniendo la propiedad legal de la tierra ocupada. Las miles de tumbas –más de treinta mil– atestiguan el gran contingente de población desplazada en los años cuarenta, época central de las migraciones hacia el oeste.

Familia de emigrantes en viaje hacia el oeste a mediados del siglo XIX. Las miles de tumbas son testimonio de toda la población desplazada hacia occidente en los años cuarenta, época central de las migraciones hacia el oeste.

Para entonces, la era jacksoniana (1829-1837) había introducido un juego político más intenso con la inclusión de opciones políticas diversas. El Partido Demócrata, el más antiguo en el país, aglutinaba a mediados de siglo los intereses de los industriales del norte y los plantadores del sur en una insólita alianza. Siendo el primero de los dos grandes partidos en constituirse –Convención Nacional de 1840–, el origen del Partido Demócrata se halla en los grupos de antifederalistas, también llamados demócrata-republicanos o jeffersonianos de la primera década del siglo. La mayor parte de los políticos se consideraba adscrita a esta corriente. El sistema de elecciones se racionalizó gracias a la introducción de las hoy habituales convenciones de los partidos. Para los estadounidenses de aquellas décadas centrales del siglo XIX, la importancia de los partidos políticos radicaba en que les facilitaban el voto, organizando y simplificando las opciones. Los partidos eran los promotores de los cambios y abordaban las inquietudes ciudadanas. A medida que el país se hacía territorialmente más extenso y más complejo en sus actividades económicas y sociales, se tensaban las relaciones entre el Partido Demócrata y el Partido Whig, pero también se daba paso a una estructura política que denotaba el perfil de una democracia pensada para las masas y no las élites que habían hecho libre y soberano al territorio de las trece colonias. Tras años de lucha política contra los demócratas, en 1854 los whigs desaparecían como formación política, dejando hueco al Partido Republicano.

A partir de 1856 pues, la primera vez que los republicanos presentan su candidatura a la presidencia, comenzaría la alternancia pública de las dos fuerzas hoy activas en el sistema político estadounidense: demócratas y republicanos. El Partido Republicano se oponía a la expansión de la esclavitud por los estados que se iban incorporando al mapa nacional y defendía el clásico programa hamiltoniano conocido como «sistema americano». Su primer candidato a la presidencia fue John C. Frémont, un comandante del ejército y explorador que perdió las elecciones de 1856. No sucedería lo mismo con el siguiente, Abraham Lincoln, victorioso en dos elecciones consecutivas, 1860 y 1864, la segunda en plena guerra civil. El programa de Lincoln se construía sobre dos presupuestos, el fortalecimiento de la nación frente a los derechos de los estados y la oposición a la expansión de la institución esclavista.

Desde sus orígenes, demócratas y republicanos eran partidos muy divididos internamente. A los matices por razones de programa se añadían, en el caso de los demócratas, las diferencias entre las regiones del norte y las del sur. Aquí, en los estados meridionales, el partido estaba compuesto por granjeros y propietarios blancos, en tanto que en los estados septentrionales sus miembros eran trabajadores de procedencia inmigrante casi siempre. Durante décadas los principales argumentos de las discusiones en el seno de la actividad de la Cámara de Representantes fueron de índole económica. Los demócratas eran partidarios de fomentar las actividades bancarias de los estados, en tanto que los federalistas y luego whigs y republicanos pedían la creación de un banco nacional central. Los estados del sur exigían siempre la reducción de las tasas y los impuestos. Algunos políticos defenderían con éxito el principio según el cual cualquier estado tendría potestad para anular una ley nacional, en especial las tarifas proteccionistas. Este punto de vista, exhibido por los estados del sur, era contrario al fortalecimiento del Gobierno nacional, incluso en los departamentos militares. La fuerza de la Unión se desvirtuaba ante los intereses comerciales de los estados. Los del norte demandaban leyes proteccionistas para sus actividades, algo que muchos políticos tachaban de inconstitucional porque beneficiaba a un sector del país a costa de otros. Se exigía pues el hacer valer el derecho de anulación para las leyes tarifarias. Pero dicha anulación se identificaba también con la desunión y la traición a la propia idea de unión.

En esta batalla interna entre las posiciones de unos y otros políticos y de sus votantes, surgía de tanto en tanto la cuestión de si era o no lícito disolver la Unión, pues era esta en definitiva la fuente de las principales fricciones que entorpecían el desarrollo de las regiones. El asunto de las tarifas se acabaría resolviendo, pero sería sustituido por el de las tasas o impuestos y el de las políticas migratorias..., manteniéndose el clima de división entre el norte y el sur. Para los presidentes no resultaba en absoluto fácil equilibrar los intereses de todos: las demandas de las regiones occidentales para llevar adelante costosas infraestructuras de comunicación y fortalecer los departamentos militares; del noreste, que se quejaba de los enormes fondos federales que costaba mantener las políticas de la apertura de la frontera hacia el oeste, o las presiones de aquellos que pedían la prevalencia de su independencia, los intereses particulares de los estados, ahogados –decían– por el peso de las leyes federales.

EL NORTE Y EL SUR


Las transformaciones fundamentales en los Estados Unidos se producen entre las décadas de 1820 y 1850. El impacto de la primera revolución industrial en las regiones del noreste, la llegada de los colonos al medio oeste, la implosión de los centros urbanos y el desarrollo inicial del transporte a gran escala fueron cambios de tal magnitud que promoverían la rápida sustitución de los viejos hábitos económicos, sociales y políticos.

En términos globales, la organización social de los Estados Unidos a mediados del siglo XIX conservaba elementos de su raíz europea original con la salvedad de que la estructura de clases sociales guardaba un rasgo muy específico: la población afroamericana, esclava o libre. La élite social era rica en el sentido de posesión de bienes raíces y mercancías, compuesta por propietarios de tierra, negocios industriales o comerciales y, en los estados del sur, los plantadores, una especie de aristócratas locales. Por lo general la gente en América a mediados del siglo XIX estaba acostumbrada a cambiar de actividad y lugar de residencia. Los hijos heredaban y ampliaban el negocio de los padres al modo europeo, pero atentos siempre a las nuevas oportunidades, lo que podía implicar cambios importantes. Estos grupos de clase media trabajadora, propietarios o no, iban a estar en una buena disposición para aprovechar las oportunidades que la guerra pudiera proporcionarles. Las clases bajas lo eran casi siempre por haber inmigrado recientemente al país. Solían emplearse como jornaleros del campo, mano de obra barata en los puertos, asalariados en las industrias y negocios urbanos…, y cuando podían arrendaban alguna tierra para trabajarla directamente.

Los afroamericanos libres eran un grupo social caracterizado porque sus miembros tenían habilidades manuales o talentos particulares. Su pericia en los diversos oficios les permitía ofrecer su fuerza de trabajo de modo fijo o ambulante por todo el país y ganar así un buen dinero con el que establecerse y crear una familia propia al modo burgués de los blancos. Algunos habían llegado a este estatus tras su liberación como esclavos, otros en realidad no habían sido esclavos nunca. Incluso en las ciudades del sur vivían este tipo de ciudadanos, respetados en su libertad, muchos de los cuales sabían leer y escribir pese a la práctica inexistencia de aulas públicas en las que escolarizar a los niños negros. La existencia cotidiana de los negros libres era no obstante insegura pues temían caer en manos de traficantes de esclavos para su venta a los plantadores. Fuera del territorio no esclavista la vida de los negros libres valía casi tan poco como la de los esclavos. Como tales, finalmente, vivían los negros no libres, cuyo trabajo carecía de cualquier tipo de valor remunerado pues sólo eran herramientas de trabajo en manos de propietarios blancos.

Con unas características de la sociedad como las descritas, la estructura de la propiedad de la tierra marcaba en gran medida la distancia entre norte y sur. En el norte, los pequeños lotes de tierra eran cultivados directamente por sus propietarios. Allí se...