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Gladiadores, mito o realidad

of: Fernando Lillo Redonet

Ediciones Evohé, 2014

ISBN: 9788415415022 , 238 Pages

Format: ePUB

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Price: 3,99 EUR



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Gladiadores, mito o realidad


 

II. el espectáculo

El anfiteatro como el lugar del espectáculo

En cuanto al lugar donde se desarrollaban los combates, hay que decir que primero se hicieron en el foro, en el circo, en anfiteatros de madera y finalmente en los de piedra que llegaban a un tamaño tan considerable como el del Coliseo.

Los primeros juegos de gladiadores tuvieron lugar en el Foro Boario en el siglo III a. C., pero pronto se trasladaron al Foro Romano donde permanecieron hasta la construcción del Coliseo en la segunda mitad del siglo I, si bien el Circo Máximo albergó también combates y sobre todo venationes. La arena, es decir: el espacio para el espectáculo, del Foro Romano estaba entre la Basílica Emilia y la Sempronia y tenía forma elíptica con unas medidas aproximadas de sesenta por treinta y cinco metros. Se construyó una grada de madera en el siglo II a. C. para dar mayor comodidad a los espectadores que pudo servir de modelo para la construcción de los anfiteatros de piedra construidos en Italia y en las colonias romanas con anterioridad al Coliseo, como por ejemplo el anfiteatro de Pompeya del año70 o 65 a.C.

El primer anfiteatro temporal de Roma se construyó en el 53 o 52 a. C. a cargo de Escribonio Curión, que para honrar la memoria de su padre ofreció juegos escénicos y un espectáculo de gladiadores. Hizo construir en madera dos teatros, uno al lado de otro, en los que se dieron representaciones escénicas independientes por la mañana. Por la tarde, gracias a un ingenioso mecanismo, los dos teatros giraron convirtiéndose en un anfiteatro ante el asombro del público, parte del cual estaba sentado en las gradas durante la operación[1]. En el 29 a. C. un riquísimo personaje llamado Estatilio Tauro inauguró un anfiteatro permanente en el Campo de Marte. Era de piedra y ardió en el incendio del año 64 d. C. Quizá no todo el edificio estaba construido en piedra, sino que parte podría haber sido de madera y en consecuencia presa fácil de las llamas. Nerón construyó en el 57 un anfiteatro de madera en el Campo de Marte, pero no sabemos si también se quemó en el incendio del 64. No fue hasta la época flavia cuando Roma pudo contar con el edificio que hoy es uno de sus emblemas: el Anfiteatro flavio, más conocido como el Coliseo. Su nombre popular parece provenir de su colosal tamaño o de una estatua llamada el Coloso de unos treinta metros de altura que se elevaba en sus cercanías. La enorme escultura representaba originalmente a Nerón como el Sol-Helios y se situaba a la entrada de la Domus Aurea, el Palacio Dorado, de ese emperador. Tras su muerte la cabeza de Nerón se sustituyó por la del Sol. Luego Adriano traslado la estatua a su lugar actual de la que tan solo quedan los restos de su base.

En el espacio que hoy ocupa este gran anfiteatro se encontraba anteriormente un gran lago artificial que formaba parte del citado Palacio Dorado de Nerón. Vespasiano eligió el sitio para devolver simbólicamente al pueblo aquel sitio que el déspota le había arrebatado[2]. La magnitud de la empresa requirió casi veinte años de obras y su inauguración tuvo lugar en el año 80 d. C. durante el reinado de Tito en un espectáculo que duró cien días, aunque en el 82 el emperador Domiciano terminó la obra de modo definitivo.

Su eje mayor mide ciento ochenta y ocho metros mientras que el menor ciento cincuenta y seis, siendo su altura máxima de cincuenta y dos metros y su aforo de unos cincuenta mil espectadores. En las gradas se sentaba el pueblo romano dividido según sus clases sociales. En las primeras gradas los senadores, un poco más arriba los caballeros; en la zona central los plebeyos y en la galería superior los pobres, esclavos y mujeres. El colorido de la vestimenta de cada uno reflejaba su clase social. El emperador llevaría su toga color púrpura con bordados de oro sobre una túnica blanca decorada con palmas. Los senadores, caballeros y ciudadanos vestirían sus togas blancas y las clases sociales más bajas oscuros mantos. La distinción de clases hacía que, por medio de los itinerarios habilitados para que los espectadores encontraran sus asientos, ningún senador o caballero se encontrara con un plebeyo. La reserva de determinados asientos se hacía inscribiendo en ellos el nombre de sus propietarios, bien fueran particulares o asociaciones. Los espectadores eran protegidos del sol por medio de toldos (vela) extendidos por los marineros de la flota imperial por medio de mástiles de madera.

No siempre los espectáculos tenían carácter gratuito, puesto que había algunos en los que era necesario pagar una entrada. También podía suceder que solo fueran gratuitas un cierto número de plazas para las que habría que madrugar para poder ocuparlas. Existía igualmente la posibilidad de revender las plazas conseguidas o adquiridas.

Para mantener este colosal edificio era necesario un personal especializado en diversas funciones: porteros, los arenarii que removían la arena cuando se había ensangrentado, los praecones o pregoneros que gritaban los nombres de los gladiadores o paseaban por la pista carteles con esos mismos nombres, los empleados que retiraban los cadáveres o heridos, los vendedores ambulantes que recorrían las gradas para aprovisionar al público de comida y bebida...

La pista del anfiteatro se llamaba arena puesto que estaba recubierta de ella. Debajo solía haber un entramado de tablas que cubría los espacios subterráneos destinados a almacenes y alojamiento de fieras. Este espacio bajo la arena recibía el nombre de hypogeum. Por medio de ascensores y rampas las fieras podían aparecer de improviso en la arena en el lugar más insospechado contribuyendo al asombro constante que se buscaba en el espectáculo. De hecho los anfiteatros de Pozzuoli y Capua tienen una gran cantidad de salidas posibles todavía visibles, de forma que la sorpresa estaba asegurada. En algunos anfiteatros como el de Mérida se aprecia una especie de estanque en el centro de la arena que estaría normalmente cubierto, pero que se emplearía para la caza de animales acuáticos como cocodrilos o hipopótamos, siendo demasiado pequeño para representar en ellos batallas navales (naumaquiae), que se realizaban preferentemente en lagos naturales o artificiales como veremos más adelante.

El Coliseo actuó como modelo para los anfiteatros posteriores que jalonaron el territorio imperial. En la parte oriental donde se había desarrollado la civilización helenística solían utilizarse los teatros ya existentes, aprovechando la parte semicircular del coro que se adaptaba para los combates gladiatorios con medidas de seguridad que protegieran a los espectadores de las primeras filas, como sucede en Éfeso.

El programa del anfiteatro: cacerías, ejecuciones y gladiadores

El día del espectáculo las calles estaban atestadas de gente venida de todas partes. Generalmente el anfiteatro de una ciudad de provincias tenía capacidad para acoger a los habitantes de la misma y a los procedentes de otras localidades del entorno.

Las luchas de gladiadores se anunciaban en las paredes de las casas, de los edificios públicos y de los sepulcros que se levantaban a las entradas de las ciudades. Un cartel tipo solía explicitar la razón por la que se daban los juegos, quién o quiénes los pagaban, el número de parejas de gladiadores que iban a participar, el nombre de la ciudad donde tendrían lugar si los carteles se colocaban también en otras localidades, la fecha y con frecuencia algunos «extras» que contribuían a mejorar el espectáculo como que también habría una cacería (venatio), que habría aspersión de perfumes para soportar el calor (sparsiones) o que se tendería el toldo para proteger del sol a los espectadores. Indicaciones accesorias como sine ulla dilatione (a la hora en punto) o qua dies permittat (si el tiempo lo permite) solían finalizar la información.

En el edificio de Eumaquia, uno de los principales del foro de Pompeya, podía leerse el siguiente cartel anunciador: «La familia de gladiadores del edil Aulus Suettius Certus luchará en Pompeya el 31 de mayo. Habrá toldos para protegerse del sol y una cacería»[3]. Un ejemplo de cartel más extenso dice: «veinte parejas de gladiadores ofrecidas por Decimus Lucretius Satrius Valens, flamen perpetuo de Nerón, hijo de César Augusto y diez parejas de gladiadores ofrecidas por el hijo de Decimus Lucretius Valens lucharán en Pompeya los días 8, 9, 10, 11 y 12 de abril. Habrá una cacería y toldos para protegerse del sol»[4]. Y un tercer ejemplo en el que se aduce el motivo del espectáculo: «Por la salud del emperador Vespasiano César Augusto y de sus hijos, y por la consagración del altar, la compañía de gladiadores de Cneus Aleius Nigidius Maius, flamen del emperador, combatirá en Pompeya sin posible aplazamiento el 4 de junio»[5].

También los había exclusivos de los espectáculos de cacerías como este que, además, parece anunciar a una estrella del espectáculo: «Aquí habrá una cacería el 28 de agosto y Felix luchará contra los osos»[6]. Para la campaña de carteles el organizador de los juegos...