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Hablar como los dioses

of: Fernando Castelló

Ediciones Evohé, 2015

ISBN: 9788493913410 , 195 Pages

Format: ePUB

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Price: 3,49 EUR



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Hablar como los dioses


 

-A-

ABORIGEN

«Originario del suelo en que vive», «dícese del primitivo morador de un país» (DRAE). El pueblo ibero es el aborigen de España.

Los aborígenes, «pueblo originario», son, en la mitología romana, los primeros habitantes de la Italia central. Considerados como hijos de los árboles, se alimentan de frutos silvestres, viven en estado salvaje, sin agricultura ni ciudades. Sin Dios ni Patria, pero con un Rey: Latino, epónimo del pueblo latino, formado por la unión de los aborígenes con los troyanos que desembarcaron en el Lacio conducidos por Eneas, tras la destrucción de Troya. A la muerte de Latino, Eneas, casado con la hija del monarca, Lavinia, pasaría él mismo a ser rey del pueblo de los latinos.

ADONIS. Ser un...

«Por alusión a la hermosura de Adonis, personaje mitológico. Fig. Joven hermoso» (DRAE).

El mito de Adonis es originario de Siria, aunque pasó a Grecia a través de Egipto y Chipre.

Adonis es hijo del rey Tías de Siria y de su hija Mirra, según unos; de Ciniras, rey de Chipre, con su hija Esmirna, según otros; fruto de un incesto en todo caso. Objeto de pederastia y adulterio por parte de dos diosas, murió en plena juventud.

El incesto fue provocado por la diosa del amor, Afrodita, quien, ofendida porque la madre de Mirra dijo que su hija era más bella que la diosa, infundió a la joven el deseo de acostarse con su padre. La nodriza de la chica hizo coger al padre una borrachera que le duró doce noches, durante las cuales Mirra, haciéndose pasar en la oscuridad por su madre, yació con él y quedó encinta.

Al darse cuenta el rey del engaño, que podría convertirlo en padre y abuelo de una misma criatura espuria, persiguió a su hija para matarla, y Mirra, para salvarse, invocó la ayuda de los dioses, que la transformaron el árbol de la mirra.

De la corteza de este árbol surgió diez meses después un niño guapísimo, al que llamaron Adonis (El Señor). Adoptado por Afrodita, diosa que sabía tanto enternecerse como enfurecerse, ésta lo confió al cuidado de Perséfone, esposa de Hades, dios del Averno.

Perséfone, durante su estancia anual de ocho meses (los cálidos) en la Tierra (los otros cuatro, gélidos, vivía en el Averno, por decisión salomónica de Zeus tras su rapto por Hades) se prendó del niño, lo convirtió en su amante y se negó a devolverlo a Afrodita una vez criado. Zeus (o la musa Calíope) zanjó la disputa decidiendo que Adonis pasase, al igual que Perséfone, un tercio del año con ésta en el Reino de las Sombras, otro tercio con Afrodita y un tercero donde quisiera, para reponerse de las exigencias amorosas de las dos insaciables diosas.

Adonis terminó pasando dos tercios del año con Afrodita, y dicen que Ares, al enterarse de los devaneos de su querida y adúltera Afrodita con Adonis, dijo despectivamente de éste: «No es sino un perro mortal, y, además, un afeminado».

Las estancias cíclicas de Adonis bajo y sobre tierra, además de su nacimiento de un árbol, simbolizan, al igual que el mito de Perséfone, el misterio de la vegetación, cuya semilla germina bajo tierra en la sombra invernal e infernal y luego florece a la luz del sol primaveral. Representa la muerte y resurrección anuales de la naturaleza. En la tradición fenicia, resucitaba al tercer día, como posteriormente Jesucristo.

Del culto al bello Adonis, muerto joven de una cornada de jabalí lanzado contra él durante una cacería por la diosa de la caza Ártemis o, según algunos, por el celoso Ares, surgieron en Alejandría los «jardines de Adonis», conjuntos florales efímeros regados con agua caliente y cuya muerte plañían ritualmente las mujeres. En Grecia se celebraban las «adonías» que conmemoraban la muerte del hermoso joven con himnos «adonideos» cantados al son de la flauta fenicia.

Este mito floral se ve enriquecido por algunos autores que atribuyen a la sangre de Afrodita, herida por una espina de rosa blanca al acudir en socorro de su amado, la conversión de las rosas blancas en rojas, así como el surgimiento de la anémona, primera y efímera flor de la primavera, de la sangre del propio Adonis.

Tras su muerte, el alma frívola de Adonis cayó en los lóbregos infiernos, en los que, por el resto de la eternidad y por decisión de Zeus a petición de Afrodita, tiene su residencia invernal, mientras en la estación cálida cae en brazos de la terrestre y luminosa Afrodita, con la que algunos autores sostienen que tuvo a Príapo, paternidad que la mayoría atribuye a Dioniso.

Algún mitógrafo basa en el mito de Adonis el origen de la tauromaquia española, al haber muerto destripado por una fiera, lo cual se relaciona también con la caza a lazo de búfalos salvajes para sacrificios rituales en los circos, en tiempos de Alejandro.

AFRODISIACO

Afrodisiaco, o «que estimula el apetito sexual», según el Diccionario de la Real Academia, es un adjetivo que deriva de Afrodita (lo mismo que venéreo, «deleite sexual», viene de Venus, la equivalente romana de Afrodita) y se aplica a aquellas sustancias que tienen esa propiedad.

La griega Afrodita, emparentada con la fenicia Astarté, es la gran diosa mediterránea del mar, del amor y la fecundidad, la primavera y las flores, identificada por los romanos con Venus. Reside en el Olimpo, junto a los otros once dioses principales de la mitología helena. Tiene asignada como única obligación hacer el amor, tarea que cumple divina y promiscuamente, con dioses, héroes y simples mortales.

Se la representa a medio vestir, sonriente con su ceñidor, que despertaba un deseo amoroso irrefrenable hacia su bella poseedora, de dorados cabellos y plateados pies, disponiéndose seductora al baño, con las manos apretadas sobre el pecho o el vientre, o surgiendo desnuda y voluptuosa de una concha entre la espuma del mar, como en el Nacimiento de Venus, de Sandro Boticelli. Son famosas, además, las Afroditas desnudas de Praxíteles, la Venus guerrera hallada en Milo y la sensual del Espejo, de Velázquez.

Para Homero, Afrodita es hija extraconyugal de Zeus, pero Hesíodo, más poéticamente, la hace nacer del semen de Urano, caído a la mar, que quedó así grávida, cuando Crono, el hijo rebelde de aquél, que le disputaba el trono de los dioses, cortó los órganos sexuales a su padre (algunos sostienen que con una hoz que empuñaba con la mano siniestra, desde entonces sinónimo de mal agüero). Subida al Olimpo, los dioses que allí moran (sus consanguíneos), al verla, desean hacerla su esposa y llevársela al tálamo.

Se la conoce como la diosa «nacida de la espuma del mar» (afrós significa espuma en griego) y simboliza la alegría de vivir y amar, aunque su carácter ambiguo la lleva a suscitar pasiones culpables, incestuosas o bestiales en mortales e inmortales (Mirra, Fedra, Medea, Ariadna, Helena, Pasifae...), cuando incurren en su rencor.

Diosa, pues, tanto del amor puro, conyugal, como del impuro o venal (algunos la consideran patrona de las prostitutas), Zeus la forzó a casarse con Hefesto, el dios herrero, feo y cojo (la cojera era antítesis del amor, pues el pie era un símbolo fálico) del Olimpo, pero en seguida buscó consuelo en un amante, el fogoso y viril (cuando no estaba borracho) dios de la guerra, Ares (Marte en Roma).

Conocedor de estos devaneos, por denuncia de Helios (el Sol), Hefesto, acaso el primero de tantos maridos engañados, tendió una trampa a los amantes: dijo irse de viaje, pero regresó de improviso, como en una comedia picante, pillándolos en fragante (al menos, para ellos) delito de adulterio.

Para castigar y exponer a los traidores a la befa y mofa divinas, el habilidoso herrero dejó caer sobre ellos una invisible red de hilo de bronce y luego llamó a los demás dioses del Olimpo, los cuales, ante el espectáculo ridículo de sus dos colegas en cueros e intentando sin éxito zafarse, prorrumpieron en grandes carcajadas. Todos los autores están de acuerdo en que los dioses, con su «risa olímpica» (expresión culta que designa una risa estentórea e incontenible) se burlaron de los corridos amantes y no del marido cornudo. De este lance podría venir también la expresión «caer en la red» o en una asechanza.

De los amores de Afrodita con Ares nacieron Eros (el Amor) y Fobo (el Terror); con Dioniso (Baco en Roma) engendró a Príapo, el geniecillo de falo descomunal; con Anquises tuvo a Eneas, héroe troyano fundador de Roma, y con Hermes a Hermafrodito, el de los dos sexos.

Famosas son sus disputas con Perséfone, diosa del Infierno, por el amor del efebo Adonis, y su participación en el juicio de Paris, un concurso de belleza precursor para ver a quien de tres diosas (las otras eran Hera y Atenea) se atribuía la Manzana de la Discordia a la más bella. Este hecho daría origen a la guerra de Troya. Precisamente, la manzana era considerada en aquellos tiempos lo que hoy se llamaría un afrodisiaco, y su ofrecimiento simbolizaba una declaración de amor, según señala Antoninus Liberalis.

Afrodita recibía culto en toda Grecia y tenía un séquito formado por Eros, Himeros (el Deseo), las Ninfas,...