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Los Borgia

of: Óscar Villarroel González

Punto de Vista, 2013

ISBN: 9788415930129 , 461 Pages

Format: ePUB

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Price: 6,99 EUR



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Los Borgia


 

Los orígenes: desde Aragón a Roma

Los orígenes de la familia Borja son muy semejantes a los de muchas familias de la pequeña nobleza hispana que desarrollaron sus vidas en los tres principales reinos que convivían en la península Ibérica durante la Baja Edad Media. Aragón, Castilla y Portugal tenían una característica en común que, en este sentido, les separó en sus formas sociales del Reino de Navarra: su expansión hacia el Sur a costa de los reinos hispano-musulmanes. Esto generó una capa social de pequeña nobleza, formada por guerreros que en la conquista tenían su principal y casi única forma de promoción social. En Castilla algunos de ellos llegaron a alcanzar gran fama, siendo objeto de cantares que han llegado a ser un hito de la literatura en la incipiente lengua castellana. Éste fue el origen también de los Borja, origen de los Borgia, teniendo que remontarnos hasta la Plena Edad Media y el Alto Aragón.

El posible origen aragonés: una familia de la baja nobleza

El nombre hispano de la familia procede de la localidad de Borja, situada al sur del Ebro y cerca de la frontera navarra, que fue conquistada por Alfonso I el Batallador en 1120. La fortaleza que dominaba la localidad habría sido entregada a un pariente suyo por el monarca, don Pedro de Artarés, de quien los genealogistas de los Borja querrían hacerles descendientes (intentando obviar que el pariente regio murió en 1151 sin descendencia). Debemos poner este dato como poco bajo sospecha, dada la facilidad con la que los genealogistas hacían descendientes de grandes personajes o de familias reales a las grandes casas para las que trabajaban. Lo cierto es que los Borja comienzan a aparecer en los documentos históricos en la conquista del Reino de Valencia. En 1240, y por segunda vez en su historia, Valencia era conquistada por tropas cristianas. En esta ocasión fueron las tropas catalanoaragonesas de Jaime I el Conquistador. El monarca fue afianzando la conquista del reino tomando las ciudades y fortalezas que se extendían al sur de la capital. Así, en 1244 el monarca tomaba Játiva, en cuya conquista tenemos documentada la presencia de nueve miembros de la familia Borja, probablemente venidos desde Aragón junto a su monarca. Allí se establecerían formando la nobleza local, gracias a las donaciones fundiarias que recibieron en el entorno de la ciudad, llamada a ser el campo de su acción política. No dejaron por ello de participar en las guerras que el monarca aún llevó a cabo al sur de Játiva expandiendo hacia Alicante y Murcia sus conquistas. De este modo, en la conquista de Orihuela (muy cerca ya de los límites que se habían establecido para su expansión hacia el Sur en los acuerdos a los que había llegado con Castilla para la conquista y repartición del territorio hispano-musulmán), de nuevo aparecen los Borja, en concreto uno que destacó aparentemente por su valor llamado Rodrigo de Borja, como su futuro descendiente.

De cualquier forma la familia se asentó en el entorno de Játiva y en ella les vemos aparecer en los cargos urbanos, así como ostentando diversas posiciones militares y señoriales en el entorno de la ciudad. Allí se encontraba, sin duda, el núcleo de la vida del linaje, donde establecieron sus palacios las diversas ramas de la familia, incluida la del futuro papa, que a principios del siglo xx aún era posible contemplar en un razonable estado de conservación.

De ambos puntos partirán los Borja hacia el poder eclesiástico: a la familia urbana pertenecía Rodrigo, a uno de los linajes menores asentados en las fortalezas cercanas perteneció Alonso. Éste será el verdadero iniciador de la saga familiar, con su entrada en religión y su posterior ascenso en la carrera eclesiástica.

Alonso de Borja: los primeros años

El futuro papa Calixto III pertenecía a una de las ramas menores de la familia. Sobre la realidad de ésta hay todavía hoy muchas dudas. La historiografía tradicional, siguiendo lo que la heráldica y las tradiciones de la comarca decían, aseguraba que el padre de Alfonso pertenecía a una rama de los Borja asentada en Canals, localidad cercana a Játiva, en calidad de señores de la fortaleza que la dominaba. Pero Sanchís Sivera planteó claramente que esto no era posible afirmarlo de forma taxativa porque no había documentación que lo demostrase, y que, incluso, la que había nos indicaba que Canals pertenecía más bien a la familia del marido de una de las hermanas de Alfonso, Isabel, la futura madre de Rodrigo. Probablemente, Domingo de Borja, padre de Alfonso, no fuese más que el tenente de aquella fortaleza en nombre de la familia de Jofré Borgia, con quien casó una de sus hijas. De ese modo, sería probable que residiese allí en el momento de nacer su hijo Alfonso, por lo que éste habría nacido en Canals. Sin embargo, es una mera suposición, dado que no hay ninguna prueba fehaciente de que ocurriese así. Lo único cierto es que nació el día 31 de diciembre de 1378, año del inicio del Cisma de Occidente, en el cual él estaba llamado a jugar un importante papel, y que sería bautizado en la colegiata de Santa María de Játiva, lo que ha hecho pensar que su familia realmente provenía de esta localidad.

Siguiendo la mismas fuentes poco fiables, algunos historiadores aseguraban que fue allí donde había recibido sus primeras enseñanzas, a cargo del sacerdote local, lo que, dada la escasa cultura del bajo clero en aquellos años, podemos suponer que fue bastante escasa. Sin embargo, cuando aún era un niño pequeño su destino habría comenzado a cambiar al conocer a un eminente predicador de aquellos años a quien él mismo canonizó cuando fue papa: Vicente Ferrer. Según habría contado Alonso cuando ya era un anciano pontífice en Roma, acudió a escuchar un sermón del famoso predicador junto a su madre. Allí llegaron a hablar con Ferrer, quien trató de convencer a la madre para que hiciese que su hijo entrase en la carrera eclesiástica. Sin embargo, los escasos recursos de su familia hacían poco factible que llegase a alcanzar un puesto preeminente, pues los estudios universitarios eran una condición casi indispensable para poder aspirar a los puestos más altos de la jerarquía. O eso o el pertenecer a una familia de destacado renombre e influencia, algo que sabemos que Alonso no tenía. Pero Vicente Ferrer estaba llamado a tener una gran importancia en el futuro de la familia Borgia, pues él habría sido el responsable en gran parte de que Alonso pudiese acceder a los estudios universitarios, pues él fue quien convenció a parte de la familia de Játiva para que se los sufragase. Algunos historiadores de demostrada solvencia, como Schuller-Piroli, siguieron estas noticias basadas en la genealogía de la familia sin poner un punto de duda sobre tales datos. La verdad es que todo ello no deja de tener un cierto ambiente a historia de los siglos xvii y xviii, muy novelada y dando numerosos detalles que nunca transcriben los documentos ni las crónicas de época, como la conversación del predicador con la madre del futuro papa. La línea narrativa no es única, puesto que algunos historiadores, siguiendo a otros genealogistas, preferían situar la intervención de Ferrer poco antes del nacimiento de Alfonso, cuando habría pronosticado a la madre que tendría un hijo que llegaría a papa y le santificaría.

Las mismas fuentes indican que con catorce años habría acudido por primera vez a las aulas universitarias, primero, y en una fugaz primera instancia, a la de Zaragoza, cabeza de los reinos de Aragón; y poco después a una de las más afamadas universidades de la Corona: la de Lérida.

Todo esto, sin embargo, no tiene ninguna base para asegurarlo. La documentación existente realmente nos lleva a pensar que probablemente realizase sus primeros estudios en Játiva, o incluso en Valencia. Y que mucho más tarde de los quince años sería cuando pisase por primera vez las aulas de un estudio universitario. De hecho, la documentación existente no lo menciona hasta 1408 en la Universidad de Lérida, siendo por entonces bachiller en ambos derechos. Con estos datos en la mano, es probable que no acudiese allí a cursar sus estudios hasta después de 1400, es decir con más de veintidós años. En la universidad permanecería, estudiando, al menos durante seis más, aumentando poco a poco su titulación. Así, sabemos que en 1411 era doctor en decretos, y que en 1414 ya lo era en derecho civil, siendo lo que entonces era conocido como doctor «in utiusque iure», en ambos derechos. Sin duda esos años sirvieron para otorgarle una sólida formación jurídica que le abriría las puertas de un futuro brillante, pues los diversos puestos que fue tomando tendrían origen, sin duda, en su sólida formación como jurista.

En cualquier periodo histórico la buena formación ha sido una de las mejores formas de garantizarse un buen futuro; pero a lo largo de la Baja Edad Media se fue dando un proceso por medio del cual el incipiente aparato burocrático de los nacientes estados comenzó a nutrirse de los titulados universitarios. Desde el bachiller hasta el doctor en derecho civil o canónico comenzaron a ser fundamentales en las distintas esferas de la todavía muy reducida burocracia regia. Los consejos privados de los reyes, así como sus instancias gubernativas más cercanas (administración de justicia, Consejo Real –entendido no sólo como círculo de asesoramiento del monarca sino también como órgano gubernativo–, en las incipientes Haciendas regias...) comenzaron a verse nutridos a lo largo de los siglos xiv y xv por personas procedentes de la universidad, que eran más capaces de desempeñar las funciones encomendadas que los altos personajes de origen...